¡Hola, jardineros!
Vosotros que entrasteis
en el jardín ambulante,
de las rosas que regasteis...

Bueno, mejor no os pongais ahora a regarme el ordenador no sea que por una cosa de estas la pobre máquina rechace contundentemente el agua y me demandeis...
[...]

¡Volvamos a empezar!
[...]

¡Hola, jardineros!

Vosotros que entrasteis
en el jardín ambulante...

¡Sin regadera!
Bienvenidos seais al jardín en busca de la casa perdida ante la cual pavonear sus encantos (muchos son estos, sin lugar a dudas) Pues bien, en su incansable busqueda de hogar, a este jardín de mis amores han ido a parar cosas de lo más sorprendente, aunque ninguna de ellas han sido mis amores ya sea por gracia o desgracia, han ido a parar historias, dioses, poemas, canciones, personas, fotos, balones y pelotitas, cachivaches de todo tipo y tamaño, gnomos de barro con mofletes siniestramente sonrrosados, fuentes para pájaros y contra todo pronóstico también han crecido... ¡Si, flores! De verdad que no de plástico... Así que vamos, vamos, no seais tímidos mozalbetes y mozalbetas y ficus sin catalogar, entrad en el jardín ambulante antes de que cambie de sitio en busca de casas donde aposentarse y perderos entre su vegetación, de la que puede salir cualquier cosa. ¿Qué saldrá esta vez? ¿Un mundo fanástico y fantabuloso? ¿La respuesta a tu pregunta no formulada? ¿La Pantoja en patinete?
¡Entrad y descubrirlo!

P.D : No os preocupeis, no escondo a la Pantoja detrás de ningún arbusto, aunque no me responsabilizo de lo que haya podido ocurrirle al patinete....

Mil soles espléndidos

Aquí está el sex-symbol de Khaled Hosseini, que se yo que la chica No-misteriosa babea con él
muajajajajajaja


Bueno (Qué no malo) durante estos días de ausencia y reflexión budista, me ha dado por la lectura un poco más fuerte de lo que ya me daba, y he leído, entre unos cuantos libros, "mil soles espléndidos" del afgano Khaled Hosseini. Y,por su puesto, algo tenía que deciros, ¿qué os pensábais? ¿Qué ya no íbamos a volver? ¡Ja, los jardineros siempre volvemos! (somos como el turrón de "El Almendro" pero todo el año)

En fin, antes de que nos pongamos a divagar sobre lo malo que es el el turrón de "El Almendro" y lo bueno que es el de Diego Verdú (¿Era Diego Verdú?)

Prosigamos.

Anduve yo leyendo este libro venido del exótico Oriente, y no he podido evitar hablar de él.

La verdad es que no sabía que iba a encontrarme, lo recomendó una librera amiga de la chica No-misteriosa, una mujer muy simpatica a su parecer y muy extraña al mío. Total que lo compró sin mucho convencimiento y después de leerlo me lo pasó a mí con lágrimas en los ojos y mocos en las narices, qué no es tan dura como parece.

Pero, como ella llora hasta con Walt Disney (Walty, El desalmado, para los amigos y allegados) No me lo tomé muy en serio... e hice mal...

Para que os situéis, la historia comienza en el Afganistán de hace treinta años, antes de los talibanes, y empieza con la historia de Mariam, una niña bastarda (los afganos las llaman harami) a la que acaban casando con un hombre (por no llamarlo de otro modo mucho más... mal sonante) mucho mayor que ella, que al principio, parece majete y que acaba siendo un pedete de hombre que tiene suerte de no existir (aunque mucho me temo que hombres como él si que existen) Después de contarte lo "bien" que el cabroncete de Rashid (que así se llama la ameba en cuestión) trata a la pobre Mariam, la historia cambia de protagonista a una chiquilla llamada Laila de quince años, enamorada de su mejor amigo, Tariq, a la que la guerra le quita su familia y el amor de su vida, entregándole al despojo humano de Rashid como marido (¡Poligamia!) A partir de entonces las historia, tanto de Mariam como de Laila, se funden en una maravillosa trama que te deja en vilo hasta el final y que te hace llorar varias veces (aunque seas un hadita pequeña y verde).

Es un libro maravilloso, un libro para no olvidar, como dicen Los Secretos, intenso y redactado espléndidamente, de una forma que te hace comprender que el mundo tiene suerte de poseer, al menos, un hombre como Khaled Hosseini, entre tantos reflejos de Rashid como hay.

Y sólo os recomiendo ya, leerlo y empaparos de las experiencias que nunca tendréis que vivir y que muchas mujeres deben afrontar todos y cada uno de los días de su vida, sin finales felices, ni si quiera luminosos... Pensad en ello, aunque sea sólo un momento...


Campanulilla Verdana

 
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